LA LUCHA SI ES UN DELITO Y ESTÁ BIEN HACERLO


Luchar si es un delito  y ESTÁ BIEN hacerlo




Mientras seguimos movilizados a la espera de la liberación de los últimos detenidos, hemos observado un sinfín de declaraciones que instalan la consigna “luchar NO es un delito”, levantada por casi toda la izquierda y el progresismo, en el marco de la represión llevada a cabo en las inmediaciones del congreso mientras se trataba la ley bases. Esto nos llama a la reflexión y la necesidad de instalar el debate: ¿Realmente luchar NO es un delito?

Al decir "luchar no es un delito" perdemos de vista el rol del estado como herramienta de dominación de una clase sobre otros. 
El Estado con o sin división de poderes, con o sin facultades delegadas es, en todas sus variantes una estructura legal para garantizar la dominación de la burguesía y la explotación de la clase trabajadora. Todo su aparato legal está pensado en función de estos intereses. 

En este sentido, es imposible pensar que luchar no sea un delito, si es que esa lucha es verdadera, y es capaz de poner en juego los intereses de la burguesía. 
El victimismo, así como el blanqueamiento de la lucha, subordinándola a los márgenes de la legalidad burguesa, son una piedra de tope para el desarrollo de la conciencia y una burda justificación de los sectores que no se atreven o directamente no creen en la necesidad de disputar el poder al enemigo, y buscan de una u otra forma acomodar su práctica política al juego que impone el Estado burgués. En esa misma línea, el discurso de los infiltrados para explicar la violencia política de masas no hace más que develar, no solo el temor a la práctica de esta misma, si no también la negación a la potencialidad de la clase trabajadora y su determinación en momentos específicos de la lucha, y que supera con creces lo que muchas organizaciones son capaces o están dispuestas a desarrollar. Esto no quiere decir que no existen infiltrados en las movilizaciones, por el contrario, esta ha sido una práctica permanente del enemigo, pero arrogarles a estos la radicalidad de las masas, es una ceguera de enormes proporciones.

Esto es algo que debemos tener en claro porque, para luchar por los intereses de la clase trabajadora y los sectores más afectados por el capitalismo, debemos estar conscientes y decididos a romper la legalidad burguesa y cometer delitos contra los poderosos y sus perros guardianes. 

En la medida que la lucha económica y reivindicativa vaya tomando niveles elevados -hasta enfocarse en la lucha política por el poder-, si el enemigo no nos acusa de cometer delitos es, seguramente, porque nuestra lucha es estéril o por lo menos inofensiva. 
Para la ley burguesa cortar una calle o ruta, quemar un basurero, tirar una piedra o un molotov cuando defendemos nuestros derechos son delitos.
Como también lo es organizarse en una agrupación político-militar para enfrentar al poder económico y político, responder violentamente la violencia de las fuerzas represivas del Estado hasta lograr la toma del poder en manos de la clase trabajadora.

Y SON DELITOS QUE DEBEMOS ESTAR DISPUESTOS A COMETER si lo que queremos es acabar radical y estructuralmente con la sociedad capitalista y todo lo que la sostiene. De lo contrario solo nos queda seguir el caudal que la legalidad burguesa nos impone, aparentando conflictos donde solo hay conciliación y ejercicios de poder donde solo hay falsas “conquistas”.

Tanto en democracia burguesa como en los gobiernos bonapartistas militares siempre perdura la dictadura de clase burguesa. El de Milei es un gobierno autoritario como los gobiernos que lo antecedieron porque el Estado burgués es autoritario. El capitalismo no tiene forma de existir sin el autoritarismo que garantiza la explotación de las y los trabajadores en la generación de plusvalía.

Por todo esto sostenemos que el primer monopolio que hay que destruir es el monopolio de la violencia en manos del Estado.

PARTE GUEVARISTA DE ARGENTINA
18 de junio de 2024

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